Fernández de Oviedo, hacia 1536,
consigna unos datos muy importantes sobre las provincias de cumanagotos en
Venezuela, en ella relata…“que en la noche para festejar y dar música, vinieron
cinco indios y tuvieron cada uno de ellos un cañuto luengo de cinco palmos y tan
gruesos como tres dedos a manera de flauta.
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Todos juntos acordadamente y bien
entonados hacían diferencias de sones, y con esta música toda la noche bailaron
de muchas maneras con unas sonajas atadas a las piernas a manera de cascabeles
igual hombres como mujeres” Cuando muere algún señor, o cacique principal lo
lloran cantando a manera de endechas…
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Esta costumbre que se conserva en
algunos grupos aborígenes hasta hoy, fue señalada hacia 1690 por Ruiz Blanco en
su libro, la llora incluía cantos que relataban las proezas del difunto, en
tanto las ceremonias se realizaban al son de instrumentos musicales, entre ellos
flautas fúnebres, tambores y uno que otro instrumento bélico; es decir,
instrumentos que utilizaban en sus guerras.
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Los aborígenes bailaban mientras
cogian los frutos o venían de la pesca. Durante sus fiestas pueden danzar y
bailar durante ocho días seguidos, en estos bailes remedan a los animales de la
tierra y a los peces.
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Y bailan a
compás de pies, en rueda, dados de manos, cantando unos y tocando otros. El
canto es Lúgubre. Se usaba un tambor llamado PURMA que
llevaba dos calabazas para la amplificación del sonido, el cual se escuchaba a
tres o cuatro leguas; este era acompañado por unas gaitas gruesas y también con
el canto de las tribus.
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Los textos cantados por nuestros
indios revelan las condiciones económicas y sociales en que estos Vivian, cuando
se trata de textos que relatan la vida diaria y son expresiones de su mitología
o cuando forman parte de un ritual. Entre estos existen dos tipos bien diferenciados de cantos,
los que entonan los chamanes para que todo el pueblo comprenda e intervenga y
los que entonan con el vocabulario de los dioses, el cual ellos mismos no
comprenden muchas veces.
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En las colecciones excavadas en
Venezuela aparecen instrumentos musicales que nos permiten relacionarlos con
otros semejantes en uso hasta nuestros días: collares, sonajeros de caracolitos,
flautas de hueso y silbatos de arcilla.
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Los instrumentos musicales aborígenes
construidos con elementos vegetales y animales, comprenden una enorme variedad,
que van desde las hojas secas sacudidas.
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